viernes, 11 de abril de 2008

No puedo vivir sin mi arte

Me he dado cuenta que tengo tendencia a escribir sobre el pasado porque no quiero olvidar.
Mi memoria se refuerza con la escritura y recupero la experiencia vivida como aprendizaje. Disfruto.
Estas son mis "Emociones Fuertes", aquellas memorias que imaginé alguna vez.
No le temo al destino ni me averguenza lo recorrido.
Hoy necesito volver al 2008 para agradecer.
Por la tarde recibí a Kel, mi alumno de interpretación. Hace tiempo que venimos aprendiendo juntos a gozar del arte.
Llegó sin dormir, con la vitalidad y la desfachatez de los diecisiete años.
El tema de la jornada era la memoria emotiva, y entonces por obra y gracia de don Stanislavsky resurgieron mis abriles teatrales en casa de Vivi Tellas.
Vivi fué mi primera maestra de teatro en 1987. Con esta señora aprendí mucho más que "estrategias oblicuas". En aquél apartamento de la calle Córdoba comenzó seriamente mi camino artístico.
Mis ojos sureños devoraron cada gesto, cada palabra de la Tellas. Estaba alucinada, desbordada, casi asustada por tanto arte que descubría. Fueron años de intensa creación. Fué el incentivo para ingresar en la Escuela de Arte Dramático. Vivi me brindó mi primer trabajo profesional en teatro con "El deleite fatal" y por último en 1999, los extraños caminos de la vida nos encontraron en Nueva York almorzando alegremente como viejas amigas y comprando ropa hindú.
¿Podré llegar a trasmitir esta impronta en mi estimado Kel?.
Sólo espero que si los vientos del destino lo derivan a otro puerto, estas tardes compartidas sean para su vida un recuerdo de poética en casa de una artista comprometida con la creación.
En este día agradezco la confianza de todas aquellas almas que alguna vez buscaron mi consejo o experiencia. Pienso especialmente en Cuca, con quien aún comparto tardes y noches de amor a la música.
Cuando en 2003 Ana Fresco y Dany Cugliandolo me ofrecieron protagonizar el corto "Fotonovela", me sugirieron buscar además un texto para comenzar la peli. Inmediatamente supe que serían las palabras de Albert Camus que aprendí como padrenuesto y medito antes de las actuaciones.
Estoy convencida que a cierta edad ya no se pisa un escenario por vanidad, se sube por necesidad espiritual.
Todos los trabajos tienen sus goces y sus tormentos. El arte no está excento. Por varios motivos todavía elijo gozar y atormentarme en esta pasión.
Pido a los dioses la capacidad de comunicar con humildad y seguir cantando.
Pido trabajar con dignidad.
Pido creación, bendito tesoro que me mantiene viva.
Sin mi tango yo ya habría muerto.

(Para Margarita Jarrín que ama el arte)